En 1720, un oficial de la marina francesa que prestaba sus servicios en al isla de la Martinica, conocido como Gabriel Mathieu de Clieu, viajó a la capital francesa donde consiguió un cafeto procedente de los invernaderos reales donde el rey Luis XIV conservaba estos presentes ofrecidos por los holandeses.
Una vez finalizada su visita a París, tomó rumbo de vuelta a la Martinica, llevando consigo el preciado arbusto.
Instaló el cafeto en la cubierta del buque para mantenerlo caliente y para protegerlo del salitre del agua lo cubrió con una urna de cristal.
Según relata el propio Gabriel Mathieu de Clieu el viaje transcurrió lleno de percances, ataques de piratas en medio de una violenta tormenta.
En medio de la lucha el arbusto sufrió la rotura de una de sus ramas, no obstante, la planta logró sobrevivir.
Finalizada la batalla, las condiciones metereológicas cambiaron bruscamente y el viento dejó de soplar, lo que hizo que el buque permaneciera inmóvil en medio del mar.
Esta situación provocó la necesidad de racionar los víveres, entre ellos el agua.
el Capitán Gabriel, consciente de la importancia que tenía llevar a destino el cafeto, destinó gran parte de su ración de agua al riego de la planta, ambos sobrevivieron.
Finalmente el buque llegó a la Martinica y el cafeto fue replantado con éxito en Preebear, donde fue cuidado con gran recelo, fruto de lo cual, el arbusto se multiplicó de forma masiva, en 1726 consolidó la primera cosecha de la Martinica.